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A través del paralelismo del desarrollo de la #alimentación y su origen en la agricultura al de las ciudades o centros de población y sus disposiciones, se registran importantes cambios en el #desarrollo del ser humano.

He recorrido con gran interés la exposición que se puede ver estos días en Madrid titulada “la ciudad del futuro: de la huerta a la mesa”.

Si hay una cosa que destacar es que el equilibrio entre naturaleza y desarrollo está desbalanceado en las ciudades actuales.

La desconexión del medio natural y la dependencia de recursos genera la necesidad de replantear el sistema desde que hubo la llamada tercera desconexión.

Al pasar de la economía rural basada en la agricultura a una economía de carácter urbano, industrializada, la relación del hombre con el medio natural cambio radicalmente.

Hasta la revolución industrial los núcleos urbanos seguían una disposición estudiada que fue cambiando el suelo agrario por un suelo urbano, introduciendo los conceptos de ciudad y campo como dos diferentes términos con idiosincrasia y características diferenciadas, dando a la ciudad el toque de modernidad y progreso y dejando al campo como una forma lejana de subsistencia.

La aparición de los transportes y el uso de formas de conservación de los alimentos como las neveras hicieron que se distanciara cada vez mas el origen agrario de los alimentos frente al lugar “civilizado” donde se consumían.

Es maravillosa la tesis de Fco. Javier Castellano “transferencias entre paisaje agrario y la arquitectura en los crecimientos urbanos”, que he podido leer y que venía referenciada en la exposición, ya que describe de una forma clara como se ha distribuido estos núcleos y los diferentes planteamientos humanos en la conexión con el equilibrio natural.

Ahora nos encontramos buscando la forma de reconectar lo rural y lo urbano, de evitar la despoblación de la España “vaciada”, queriendo consumir en la ciudad alimentos mas cercanos y locales y trabajando por crear ecosistemas sostenibles.

Todos valoramos una fruta recién cogida de un árbol de la zona, los huertos de nuestros familiares o amigos en el pueblo donde las verduras saben más y están más tiernas o los restaurantes donde casi nos dan el pescado vivo recién pescado o crían sus propios animales con cuidado y esmero.

El origen del alimento debería estar cercano a quien lo consume por lógica, por equilibrio natural, por tiempo, por gato de recursos, por frescura, por todo.

Un punto importante a repensar es porque hemos pensando que darle espacio a la zona agraria es perder espacio.

La superpoblación de las ciudades y la organización de núcleos masivos de personas ha generado una pérdida del equilibrio y de la valoración del sustento, valorando más el poder disponer de los recursos a base de transportes interminables y neveras de mantenimiento en nuestros supermercados, generando esto un gasto de recursos que nos han levado a donde nos encontramos ahora.

Durante épocas anteriores a la industrialización y globalización se tienen estudios de diferentes formas de organización arquitectónicas que son claros ejemplos de circularidad y sobre las que yo no tenía conocimiento.

Podemos apreciar que la hidroponía y la permacultura aparecieron en México con la creación de las chinampas, unos campos que se construían sobre el agua creando tierra nueva donde no la había.

Las chinampas se han considerado como los mejores terrenos de cultivo jamás inventados, ya que la tierra podía producir en un año hasta 7 cosechas debido al modo en que están construidas.

También las técnicas que utilizaron los mexicanos para proteger sus cultivos de la erosión es la actual permacultura la cual pretende evitar la erosión de los campos eliminando el arado y cultivando árboles que frenen la erosión y la capacidad drenante del agua.

También se destaca en este recorrido por la historia y las culturas la gestión mas integrada de la arquitectura y la producción natural con espacios como El Escorial que disponía de un laboratorio vivo de especies de flores y plantas medicinales de diferentes lugares del mundo o la Alhambra como ejemplo de la organización de los jardines-patio-huerto como elemento central que daba origen a todas las actividades de la casa.

En nuestros días se empieza a vislumbrar cambios en las ciudades, creación de huertos urbanos colaborativos, mercados agrarios vinculados al ocio y a la gastronomía, granjas verticales de vegetales, restaurantes que tienen sus propios huertos o la vuelta a la vida en el campo de mucha gente, sobre todo después de la pandemia que hemos padecido.

La mirada cambió cuando quisimos que los alimentos llegaran a nosotros y no nosotros al alimento, probablemente sea difícil cambiar esta concepción.

¿Podemos volver a conectarnos al medio rural desde la ciudad? ¿Hay que cambiar la mirada?

Merece la pena pararse a pensar cómo queremos construir este nuevo futuro.